Raúl Albiol (Villamarchante, Valencia, 34 años) es, junto a Ramos, el único jugador que, en esta selección, conserva el brillo de los grandes tiempos. Es el único que logró aquel triplete maravilloso de Eurocopa, Mundial y Eurocopa. Ocurre que el central del Villarreal tiene una peculiaridad.
El caso es que Albiol ganó todo lo que se podía ganar. Siguió así hasta 2015, momento en el que Del Bosque, pensando en la Eurocopa de Francia, le comienza a dejar fuera de las convocatorias. Le recuperó, en 2018, Luis Enrique en ese eterno casting de centrales que dejó como herencia la salida de Piqué. Volvió a desaparecer pero ahora, con el buen papel en el Villarreal, emerge de nuevo de la mano de Moreno. Él está tranquilo. Albiol es un tipo que no lee ni escucha ni ve nada de lo que se escribe o se dice de él. En 2014, en una entrevista con este periódico, respondió con naturalidad:
-¿Qué le dice a la gente que piensa que no merece estar en el equipo?
-¿Sí? ¿Dicen eso? No sé, será la opinión de alguna gente.
Sigue igual. Sus amigos y su representante, Manuel García Quilón, hace muchos años que dejaron de alertarle sobre tal o cual artículo, o tal o cual comentario en radio y televisión. A Albiol siempre se le ha acusado de manejarse más bien mal con el balón, aunque eso nunca ha sido un problema para sus entrenadores, que siempre han contado con él en el Valencia, en el Real Madrid, en el Nápoles y ahora en el Villarreal. En ese grupo de técnicos sobresale Quique Sánchez Flores. Era el dueño del banquillo del Getafe en el curso 2004/2005. Logró la cesión del chico, entonces 18 años, pero un grave accidente de tráfico le tuvo varios días en coma con politraumatismos. Era el 2 de agosto y los peores pronósticos hablaban de que debería dejar el fútbol. Quique presionó para que, pese a la situación, se firmase la cesión. El Getafe accedió y cuatro meses después volvía a jugar.
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